Anoche tuve un sueño noir, creepy, muy revelador. Traía un bebé cargado y lo veía con ternura. De pronto el bebé tenía un agujero debajo de una de las axilas, un agujero redondo, perfecto, con los bordes bien delimitados, como los que hacen las balas. Por él salía un chorro de agua. Yo trataba de parar el chorro y no podía. Sentía una desesperación muy rara, desprovista de angustia. En breves segundos el bebé tenía otro agujero, pero en la base de la cabeza, donde empieza el cuello, y comenzó a salirse absolutamente todo por allí, como si estuviera derritiéndose por dentro. La piel se arrugaba cada vez más. Envejecía. Era tan rápida su destrucción que sólo pude bajar mis brazos hasta el suelo y colocar el bebé en el piso. Veía como se iba convirtiendo en una masa gelatinosa, amarillenta, sin vida. Cuando el bebé se transformó en una piel que flotaba sobre sus propios fluídos abrí los ojos… Aquí en Barcelona apenas comenzaba a amanecer y pensé: «he muerto». Me sentí profundamente triste… y libre.
Nadir Chacín
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“Si dejas ir un poco, tendrás un poco de paz. Si dejas ir mucho tendrás mucha paz. Si dejas ir completamente todo, tendrás paz completa.” Ajahn Chah