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A Jordi Calmet Xartó (Jorcx) y Jean Ferraton, mis cómplices de hogar

| Apunte amoroso y MARtutino mientras preparo la mudanza | Llevo más de un año y medio mudándome de casa en casa cada dos o tres meses. En principio pareciera toda una pesadilla debido a la mala fama que tienen las ‪mudanzas‬. Para mí ha sido un año de aprendizaje personal_profundo. Poco a poco con cada mudanza voy dejando de apegarme a las cosas materiales, cada vez tengo menos cosas, no acumulo casi nada, ya no siento nostalgia por dejar una casa sino que siento alegría por la aventura de encontrarme construyendo en un nuevo espacio mi hogar.

También he aprendido que el único hogar importante lo llevo conmigo en mi corazón, en mi cuerpo y en mi mente mientras estoy viva en esta vida. Ese hogar es un hogar portatil que me acompaña siempre y sólo me abandonará el día de mi muerte, para transformarse en otra forma en la que Lo No Manifestado se expresa en el mundo de Lo Manifestado. Tener acceso a esa manera de ver mi propia vida ha sido un real milagro, ni en mis sueños más preciados me había visto relacionarme así con el mundo de las formas y sus diferentes expresiones.

Somos un espejo que refleja lo que existe en el mundo de Lo Manifestado, un espejo simplemente con sus reflejos. El espejo da poca importancia a si está reflejando un cuchillo o una flor, simplemente ofrece un reflejo como una imagen que rebota y se regresa. No saca juicios sobre si la flor es más bonita y el cuchillo amenazante. La naturaleza del espejo es la naturaleza de nuestra mente, imperturbable, ecuánime, sin apegos ni aversiones.

Mudarse de lugar físico, de casa, de país, mudarse de unas relaciones interpersonales a otras, mudarse de trabajo, mudarse de área profesional, mudarse de la piel de un amante a la piel de otro amante amoroso que nos recibe, mudarse de un orgasmo al otro, de un «Monte Análogo» a otro, con sus veredas mágicas que se van creando mientras vas «pateando» sus kilómetros de tierra compacta, fangosa, árida, florida. Vas «pateando» cada piedra para que ruede en vueltas sin fin hasta que devenga canto rodado y pulido como los que crean las olas, los ríos, el agua que fluye incesante haciendo de la vida un Siempre vibrante y en construcción.

Hoy me despido de este que ha sido mi hogar durante unos tres meses o menos. Ya no cuento los días en que habito un espacio, simplemente lo habito mientras ese espacio me regale la dicha de dejarme habitarlo. Luego me despido sonriente, maletas en mano, corazón que salta, ser siendo: recuerdo que se aleja, presente vivo.

Mudarse es mudar la piel como las culebras, es quitarse capas que ya tienen las células viejas para dar paso a una piel nueva, prístina, naciente. Cada segundo de mi vida el contador del tiempo vuelve a cero y regresa a mí el abanico de oportunidades para crear algo nuevo, algo que no sea la repetición incesante de viejos patrones ya caducos, obsoletos e insanos.

Todo lo que sube, baja. Todo lo que nace, se destruye y se transforma. No viene bien sujetarse a algo que no es permanente, más vale sujetar el flujo cambiante de la vida, más que sujetarlo dejarse transportar como el individuo que flota sobre el mar meciéndose con las olas, sin emitir quejas, sin querer que las olas dejen de olear, dejen de olearlo, mecerlo, acunarlo. Viene una ola… aquí estoy dispuesta a flotar una vez más, dispuesta a que si esta ola lo desea me arrastre hacia otra orilla igual de incierta. No hay orillas permanentes, no hay playas estáticas, no hay un individuo que no esté a la merced del cambio y sus reveces.

El cambio se repite porque el cambio es la vida per se, sin cambio todo lo que queremos estaría muerto, sin cambio todo lo que no nos gusta seguiría por siempre allí. Somos un producto de Lo No Manifestado que se expresa de diferentes maneras en el mundo de las formas. Somos contenedor y contenido. Somos, de igual modo, Lo No Manifestado. No se puede no serlo, de allí venimos. Mudarse de «yo», de piel, de vida en vida, es ver a la creatividad de este Universo inconmensurable haciendo sus obras de arte. Somos obra de arte y somos el público. Somos la curiosidad, la novedad, la espuma blanca y efímera que corona las olas pequeñas y grandes. Somos la gota de agua y el mar. Somos Lo No Manifestado y Lo Manifestado. Somos Nirvana y somos Samsara.

Bienvenida la vida, bienvenido el cambio, bienvenidos, bienvenidas. ¿Quién viene y quién se va? Somos espejos que caminan. ¡Gracias! Namasté.

Nadir Chacín
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