Este sistema político, social y económico hegemónico va poco a poco y convenientemente desgastando la dignidad de las personas y por lo tanto la desigualdad que alarma, ya no es tanto política, social ni económica, sino es moral: desigualdad moral. Se trata de que no hay un acceso equitativo a las condiciones mínimas necesarias en las que un ser humano, cualquiera, puede desarrollar amor hacia sí mismo y por ende, mucho menos, compasión y empatía hacia los demás.
Nadir Chacín
Visítame en Facebook y Twitter