La enfermedad mental puede llevarte a esta pregunta de Amado Nervo: «¿La vida es triste o soy triste yo?».

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enfermedad mental
Ilustración: John Holcroft.

Hace 17 años que me acompaña la enfermedad mental en varias de sus formas: la ansiedad, el estrés, los ataques de pánico y la depresión.

Una de las cosas más dolorosas de tener una enfermedad mental es observar cómo tu capacidad intelectual desaparece y eres incapaz de hilar dos ideas medianamente bien. Así tu productividad cae en picada y eso comienza a afectar todas las áreas de tu vida y te deprimes.

Parece que no todas las personas padecen la ansiedad de la misma manera. Para unas es más incapacitante que para otras. Yo sólo puedo hablar desde mi experiencia.

Tu vida cambia profundamente

A mí con la llegada de la ansiedad se me fue parte de la memoria a corto plazo.  Y para acceder a la memoria a largo plazo era toda una proeza. Recordaba los contextos y los marcos generales de las cosas, pero los detalles de lo aprendido y vivido estaban borroneados en mi cabeza.

Mi vida social se redujo casi a cero y comencé a sentir miedo de estar con otras personas y de salir a la calle. Te sientes incomprendida/o y juzgada/o. Cargas con vergüenza y culpa. También con vicios, adicciones y malos hábitos. A menudo te sientes como una/un inválida/o.

Tiendes a volverte más dependiente de las personas que te rodean o pasas momentos de profunda y dolorosa soledad. La ansiedad suele acabar con tu carrera profesional en lo que canta un gallo.

Con la ansiedad tu vida sexual también se va al garete. Se modifica la relación con tu cuerpo y con las personas a las que te unen vínculos sexo-afectivos. Te vuelves insegura/o, desconfiada/o… no sabes dónde te dará el siguiente ataque de pánico. Te surgen toda clase de paranoias y con justa razón; el mundo y la gente se vuelven amenazantes. Estas vivencias te hacen más vulnerable a las situaciones de maltrato en el trabajo y/o a la violencia doméstica. Y con estos cambios tan fuertes también llega la depresión.

No eres yo ni yo soy tú

A veces creemos que podemos empatizar y entender a las personas que tienen enfermedades mentales y hasta nos sentimos con el derecho de darles consejos y opinar sobre sus vidas. Esto es muy común dentro de las familias.

Yo creo que es imposible ponerse en los zapatos de otra persona en cualquier situación de vida, que te resulte totalmente ajena. Más aún si se trata de una enfermedad mental.

Hace unos días vi esta charla TED donde una mujer llamada Michele L. Sullivan decía exactamente lo mismo sobre su condición genética y la forma en que tenerla condiciona su vida diaria. Habla sobre el modo en que los demás la ven y cómo esto obstaculiza el desarrollo de su potencial como ser humano. En sus palabras:

Estoy aquí para desmentir un mito. No creo que puedan ponerse en la piel de otro, y por eso, debemos adoptar una nueva manera de entregarnos. De manera simple, yo nunca sabré lo que es ser Uds. y Uds. nunca sabrán lo que es ser yo. No puedo enfrentar sus miedos o perseguir sus sueños, y Uds. no pueden hacer eso por mí, pero podemos apoyarnos los unos a los otros. En vez de intentar ponernos en la piel del otro, debemos adoptar una nueva manera de entregarnos.

El mundo no está hecho para las personas que salen de la norma como Michele, tampoco para las que tenemos enfermedades mentales. Este no es un mundo para todos los humanos ni siquiera para todos los seres. Hay favoritismos y privilegios.

Esa es precisamente la razón por la que las políticas públicas de inclusión social son tan importantes y necesarias. Y por lo que debemos aprender nuevas formas de relacionarnos entre nosotros desde el respeto a la diversidad.

Saliendo del «hoyo» de la enfermedad mental

Luego de un periodo muy fuerte de recaídas llevo unos cuantos años recuperándome. He tomado ansiolíticos y antidepresivos y ahora estoy comenzando a dejarlos completamente. He aprendido a meditar y a practicar la atención plena o “mindfulness”. También me he familiarizado mucho con las enseñanzas del Buda y me he convertido en budista.

Decidí que me dedicaré el resto de mi vida a enseñar las técnicas de meditación a los demás, sobre todo a las mujeres. Estas técnicas son de quien las necesita. Eso ha sido algo muy bueno que me ha dejado este periplo.

He conservado un núcleo pequeño de amigos, algunos también con enfermedades mentales como yo, que han sido de gran apoyo. Nada como sentirse comprendida/o por «la manada» en estos menesteres de la salud mental.

Recuperando mi cerebro

tejiendo cerebro
Ilustración: Mrzyk & Moriceau

La penúltima vez que estudié formalmente fue en 2006 en México. Desde esa fecha hasta hoy he seguido aprendiendo de manera ininterrumpida… pero siempre con la ansiedad en la ecuación y de forma muy accidentada, con tropiezos y esfuerzos.

Llega un punto en que aceptas que tu productividad haya bajado y que ya no eres la misma persona, eso viene muy bien para empezar a recuperarse. Bajar la presión, sobre todo la que se mete una/o a una/o misma/o para “estar bien”.

El año pasado decidí hacer un posgrado en Género y Diversidad Familiar en la Universidad de Barcelona. Tenía dudas profundas sobre si sería capaz tan siquiera de empezarlo. Este año apenas hace unos días terminé el posgrado. Ya están publicando las calificaciones y estoy muy contenta con los resultados.

I’m back & reloaded

Siento mucho placer de constatar que todos estos años de lidiar con las enfermedades mentales no acabaron con mis neuronas. ¡Pensé muchas veces que mi cerebro se había fundío para siempre, pero no! Qué alegría.

Ahora puedo decir públicamente que sí es posible recuperar la productividad intelectual desde el puto subsuelo hasta casi el estado que tenía antes de la ansiedad.

La magnitud de esta noticia sólo puede entenderla quien ha visto sus capacidades disminuidas a cero por una enfermedad mental. Larga vida a la meditación, al mindfulness y al budismo.

No tiene nada de malo necesitar un empujón

Y también a los fármacos que nos ayudan temporalmente a salir del averno y a tener un poco de fuerza para la recuperación. Son sólo un empujón. ¡Una vez que estés mejor podrás dejar la medicación! ¡Te lo aseguro! No tiene nada de malo necesitar y pedir ayuda.

Aprende recursos nuevos que te permitan mantenerte tranquila/o en el día a día. El truco es no dejar que se acumule el drama mental, gestionarlo mejor y aprender a no crear más. Para mí la clave de mi propia recuperación está siendo aprender a ser más amable conmigo misma y eso incluye aprender a pensar, sentir, actuar, hablar, escuchar… de nuevas maneras.

La sanación de una enfermedad mental dentro del campo de las neurosis es ante todo un cambio de mirada, de visión, de manera de Ser. Una nueva forma de ver y vivir tu vida, de verte a ti misma/o.

Te regalo este poema del místico sufí Shamsuddin Hafiz

«No te aflijas: la belleza volverá a regocijarte con su gracia;
la celda de la tristeza se convertirá un día
en un jardín cercado lleno de rosas.
No te aflijas, corazón doliente: tu mal, en bien se trocará;
no te detengas en lo que te perturba:
ese espíritu trastornado conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas: una vez más la vida reinará en el jardín en que suspiras
y verás muy pronto, ¡oh, canto de la noche!,
una cortina de rosas sobre tu frente.
No te aflijas si no comprendes el misterio de la vida.
¡Tanta alegría se oculta tras del velo!
No te aflijas si, por algunos instantes, las esferas estrelladas
no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo
no siempre da vueltas en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor del santuario, penetras en el desierto
y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía, si el torrente de los días
convierte en ruinas tu morada mortal, pues tienes el amor
para salvarte de ese diluvio.
No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible.
No hay camino que no conduzca a una meta.
No te aflijas, Hafiz, en el rincón humilde en que te crees pobre
y en el abandono de las noches oscuras,
pues te quedan aún tu canción y tu amor.»

Agradezco con este post el apoyo de mis amigos y amigas, su comprensión y su amor incondicional. Gracias por todo. Metta hacia todos los seres, sin distinciones.

Nadir Chacín
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2 comentarios

  1. […] cuánto sufrí hace unos años porque la ansiedad y la depresión habían reducido mis capacidades cognitivas al mega […]

  2. […] sepas, porque lo digo a menudo, que la ansiedad ha sido mi compañera de viaje durante más de una […]

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