Compartir piso armónicamente es como lo que escribió Paolo Giordano: «Entre ellos había un espacio compartido de confines imprecisos en el que nada parecía faltar, en el que flotaba un aire puro y sereno».

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compartir piso
El caracol arcoíris (Polymita picta) está considerado como el caracol terrestre más bello del mundo.

A Carles de Gispert y a su hijo Jordi

Compartir piso es toda una aventura. Dentro de unos días me mudo de Sant Cugat del Vallès a Barcelona. Últimamente le he cogido cariño a las mudanzas y al compartir piso; estoy aquí para explicar el por qué.

He estado viviendo con Carles, mi compañero de piso y amigo, desde hace un año, y intermitentemente con mi sobrino putativo Jordi. Antes de venir a España a vivir, no solía mudarme tanto.

Había sido una persona muy territorial, sólo me faltaba orinar las esquinas de mi casa. Me daba seguridad tener todas las cosas en su sitio, ser ordenada, decorar mi casa a mi manera, esparcir por cada rincón elementos que al verlos tuvieran algo que ver con mi personalidad. Eran mi marca personal.

También he compartido casa con dos de mis más preciadas parejas en México: Javier y Rodolfo. Con ambos llegamos a un acuerdo de espacios en el que yo siempre tenía mi cuarto. Mi habitación propia.

Manifiesto libertario

Creo que toda persona debe tener su habitación propia. Una habitación con puerta en la que cuando lo necesites puedas cerrarla y entrar en tu mundo, sin que nadie te interrumpa.

La inmigración cambió mucho las cosas para mí. Pasé de tener mis propios espacios a compartirlo casi todo con otras personas, a veces conocidas y a veces desconocidas.

Desde que estoy aquí me he mudado innumerables veces y a menudo digo bromeando que he vivido en todos los barrios de Barcelona. También con casi toda la gente posible de mi entorno cercano.

Mi amigo cubano Ernesto, mi web master preferido del mundo mundial, dice que si montara una compañía de mudanzas me iría mejor en la vida. ¡Es nuestro chiste local entre latinos jocosos del Caribe!

Ventajas de las mudanzas y de compartir piso

  • Aprovechar para hacer limpieza de closet, de papeles y regalar y botar lo que no sirve. Nadie sabe lo que tiene… hasta que se muda.
  • Aprender a organizar mejor todo lo que sí quieres quedarte. También, al menos, a mí me ha vuelto más minimalista.
  • Compartir piso te enseña a ser frugal y a no necesitar tantas cosas para estar bien. Te permite escapar conscientemente del consumismo loco de este siglo.
  • Aumenta la creatividad. Darle nuevos usos a cosas que no se usan para ese fin.
  • Tu cerebro trabaja más. Le cambias todas sus “zonas de confort”. Eso es súper positivo.
  • Ayuda a mejorar la memoria y a ponerse pilas con la resoluciones de nuevos problemas.
  • Entiendes desde tu propia experiencia que si estás decidida/o a hacer algo, contra viento y marea, el lugar es lo de menos. Para mí esto ha pasado con la meditación; ahora soy capaz de meditar mientras mis compañeros de piso caminan a mi alrededor y hacen sus cosas. He meditado hasta en el baño sentada sobre el WC, jejeje. En la terraza de los edificios rodeada de ropa colgada de los vecinos. En las escaleras del edificio. En la banca de un parque. Otra opción es enseñarle a meditar a tus compañeros de piso.
  • Es la oportunidad para conocer a más personas, tus nuevos compañeros de piso. Eso también aumenta el círculo de amigos y conocidos que se quedarán contigo cuando te vuelvas a mudar.
  • El reto de adaptarte a nuevos compañeros de piso y a un nuevo entorno te ayuda a tener claridad sobre las cosas de tu personalidad que quieres trabajar o mejorar y las que quieres potenciar. Es el “roce” con los demás lo que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos.
  • Con cada mudanza ganas resiliencia. A esta altura creo que podría adaptarme a casi cualquier sitio.
  • Si los compañeros de piso son demasiado movidos durante la noche aprendes que existen ¡oh, creación divina!: los tapones para los oídos.
  • Te da por poner tu cuarto bonito y decorado, crear tu pequeño nido de seguridad y amor. Lo más probable es que no dure mucho tiempo así, pero el inicio es hermoso e inspirador.
  • El contacto con nuevos compañeros de piso te da nuevas ideas, es como estar voluntariamente en una sesión de “brainstorming” eterna que dura los primeros meses. Luego ya no es tan excitante, pero sigue siendo muy interesante y revelador.
  • Si tus compañeros de piso tienen los mismos intereses que tú es muy hermoso compartir música, películas, aficiones y retroalimentarse. Y si meditan, como ha sido el caso con Carles, es fantástico contar con el apoyo de alguien para tener constancia en tu práctica diaria.
  • Aprender a convivir con personas que tienen diferentes historias de vida y costumbres. A veces incluso diferentes culturas, preferencias sexuales y maneras de ver la vida. Compartir piso te hace una persona de mente más abierta y más amable hacia las diferencias y la diversidad humana.
  • Y por último, pero no menos importante, aprendes a masturbarte o a tener sexo sin que se entere todo el vecindario de tus orgasmos. (No te rías, jajaja.)

Quería hacer una lista de las desventajas, pero por ahora como no tengo opción de no mudarme ni de no compartir piso he decidido no pensar en ellas. ¡Supongo que la falta de privacidad e intimidad sería la más notoria! Ir a tu aire en pelota picada por casa, en traje de Eva, esa es otra desventaja.

Hogar portátil

Con los años, la madurez, la creatividad y la práctica de la atención consciente o «mindfulness» comienzas a construir un hogar portátil. Tu hogar eres tú.

A mí me ha servido esta visión de mí misma para sentir seguridad afectiva, mientras las cosas materiales y las personas de mi entorno van y vienen. Al final todos y todas somos inmigrantes, viajeros, transeúntes, trashumantes, aunque nunca hayamos cambiado de residencia ni de país.

Me despido de este ciclo como cuando una nube se separa de otra conducida por un sutil viento.

Si como yo te has mudado muchas veces y has compartido piso déjame un comentario y cuéntame. Si te gustó este post, compártelo en tus redes sociales.

Nadir Chacín
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