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Hoy tuve la fortuna de poder leer el guión completo de la obra de teatro El Buen Canario (The Good Canary) de Zach Helm, un escritor y director de cine norteamericano. Digo fortuna porque, además de ser un guión de una puesta en escena innovadora y multiartística, da en el clavo de problemas y conflictos muy actuales y profundos, no sólo de los escritores y su mundo, sino de las relaciones humanas en general. Tiene un humor negro muy muy bueno. Helm ha escrito también la obra Last Chance for a Show Dance y los guiones de dos películas que me gustan mucho: Más extraño que la ficción (Stranger than Fiction, USA, 2006) dirigida por Mark Forster y Mister Magorium (Mr. Magorium’s Wonder Emporium, USA, 2007. Sobre todo la primera, aunque la segunda me llevó hasta mi infancia y me sacó mil sonrisas (sí yo creía -y aún creo en la magia).

Bueno pero estoy aquí para hablarles de El Buen Canario, dirigida en México y Paris (2007) por John Malkovich y ahora está en cartelera en la Ciudad de México interpretada por Diego Luna, Daniel Giménez Cacho, Irene Azuela, Bruno Bichir, Jorge Zárate, Martín Altomaro y Yuriria del Valle. Es una producción de Mr. Mudd, Canana y Retrolab, que ha tenido muy buena taquilla hasta hoy en el Teatro Insurgentes.
Es una obra muy fuerte, mordaz y suficientemente ácida para que el espectador sienta que al salir de la sala cambió, «algo» le cambió. Al menos eso espero cuando la vea la próxima semana. Por ahora, sólo he leído el guión que próximamente será publicado por Editorial Sexto Piso.
La historia narra la relación amorosa entre un escritor talentoso y aparentemente súper enamorado Jack Parker (Diego Luna) y su mujer Annie, adicta a las anfetaminas (Irene Azuela) y anorexica-bulímica. En el inicio nos parece poco común su relación, no nos reconocemos quizá en todas sus patologías y adicciones, pero a medida que avanza el guión, esa pareja Jack-Annie (o más bien Annie-Jack) se vuelve espejo de las relaciones que ya has visto a tu alrededor, las que ya conoces -incluso hasta de la tuya propia. Eso puede ser doloroso y contundente.
Junto con ellos aparecen otros personajes no menos interesantes, un agente literario llamado Charlie (Daniel Giménez Cacho), encarnación de la misoginia y del cinismo antipático, de la presión y chantaje al que se exponen los escritores cuando se topan con un mercenario que busca cerrar contratos cueste lo que cueste. El contrapeso, es Andrew Mulholland (Bruno Bichir), un crítico literario que tiene en sus manos -como muchos y gracias a la dinámica del mercado- el éxito o no de una novedad editorial; quien se vuelve pieza importante en el desenlace de la obra.
Annie, está atormentada por una situación horrible de su niñez, al principio hasta sientes pena de Jack que tiene que soportar su adicción a las anfetas pero luego casi te colocas dentro la piel y del cuerpo de Annie, es muy fuerte, te mimetizas con el personaje y logras desmoronarte con ella, «caerte al hueco negro» donde se mete. Y hasta entiendes por qué puede reaccionar como lo hace.
Jack quien parece estar enamorado de su mujer y hacer TODO por ella, le tomas simpatía, en un revés de la historia, pasa a una postura donde te da rabia, donde lo juzgas y lo perdonas a la vez. No sé. Podría decir que ambos personajes tienen una profunda soledad, una necesidad angustiosa y dolorosa de ser amados por lo que son y no lo consiguen.
Los temas sobre los cuales trata la obra son existenciales, humanos, muy humanos: ¿de quién depende el éxito y la felicidad de cada persona? ¿Cuánto puedes amar a alguien para permitir que sea ella misma aunque eso implique su destrucción (sirve también para las mujeres con respecto a sus parejas)? ¿Qué es lo que debemos hacer ante un ser amado que se te deshace en las manos, que no puedes asirlo ni menos disfrutarlo? ¿Por qué a veces nada nos satisface, nada de lo que suceda nos satisface? ¿Hasta dónde debemos ceder ante las peticiones del amante, hasta dónde es «sano» ceder? ¿Qué esconden los tratos a veces insanos entre las parejas?
Más preguntas que respuestas, no sé si El buen canario de esta obra pía, grazna o canta (quizá aúlla más bien, no es gratis que la palabra canario venga del latín Canis)… vayan a ver la obra antes de que la quiten de cartelera. El guión vale MUCHO la pena. Espero decir lo mismo del montaje.
(Taika hace mutis.)
Ya regresé de ver la obra en el Teatro Insurgentes. No había una butaca vacía. El montaje es sin duda muy novedoso, lleno de nuevas e impresionantes tecnologías. Irene Azuela es la obra, se luce en el escenario y se «traga» a todo el resto del elenco, mil aplausos para ella. Supongo la actriz quedará agotada después de cada función porque lo deja TODO sobre las tablas. Se fueron de gira para otras ciudades así que no pierdan la oportunidad de verla. En un México donde el teatro es casi patético, con contadas excepciones, es un alivio saber que se comienzan a representar buenas obras. Ojalá tengamos una pandemia de buen teatro en este año…!
PD: Saber que Helm sólo tenía 22 años cuando la escribió, insólito! Bravo Helm.
Más información sobre la obra:
Poster
Abrazos,
T.R.
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