cuarentena
cuarentena

Anoche apagué las luces. Me quedé mirando hacia afuera por la ventana hasta la madrugada. Escuché la quietud reticente de las últimas semanas. Más que una trampa, el silencio parecía un recuerdo de mí misma contenida en la placenta de mi madre.

Escuché el palpitar amable o inquietante de aquel corazón que me era ajeno sin que yo lo supiera. Me dejé bailar por el burbujeo sanguíneo emitido por el cordón. Sentí la certeza del líquido amniótico. Su llamado potente. Sus instrucciones atávicas, repetitivas e insistentes.

El método ya escrito que me llevó de la libertad a la contención o quizás fue al revés. El juego vital que transcurre adentro y afuera del calendario, que sobrevive al embarazo, al parto y a la niñez. Ese que se revela al estallido hormonal de la pubertad y viola los movimientos estratégicos de cada pieza sobre el tablero y las reglas del mundo.

Las reglas presentes de los partos propios o no. Las de mis hijos con piel y las de aquellos que la perdieron en el camino. También pude ver las consecuencias de las reglas vivas que producen la piel flácida y el deseo de no morir que nunca se cumple.

Así me encontré siendo dos gametos inéditos en proceso de crearme. Me aferré a su fecundación y luego a la mórula, para volverme este feto abrumado que enfrenta su nacimiento.


Siempre que puedo escribo. Escribo para abrir heridas por donde entre la luz en los lugares más oscuros de mí, escribo para echarle sal a las heridas y que ardan, para ayudarlas a cicatrizar, para verlas haciendo costra y para observar de cerca la cicatriz mientras se vuelve invisible. La escritura creativa es otra forma de sobrevivir a la adversidad, a la epidemia, a la cuarentena y a cualquier crisis. Te invito a mi otro blog alojado en creadopormi.blogspot.com, allí podrás conocer mi faceta como escritora de literatura y también como pintora.


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