madurar
By Carmen María García

MADURAR ASUSTA.

Es como si estuvieras parada en la orilla de un precipicio y una leve ráfaga de viento te hiciera tambalear. Cuántos ovarios hay que tener para asomarse al abismo y ver qué hay en el fondo. Nunca nos dicen lo difícil que es hacernos cargo de nuestra vida, 100% a cargo. Creo que si lo hicieran no nos atreveríamos a nacer. Nadie se atrevería. A veces cuando me voy a dormir luego de un día agitado sólo quiero regresar al útero de la Madre. Sentirme protegida, a salvo y no tener que pensar en cosas de adultos. Luego abro los ojos en la mañana siguiente y me doy cuenta que sigo aquí y adulta. Y me dan ganas de correr de mi vida y perderme con «la chinita» en algún «bosque de la China».

Aquí estoy en este cuerpo adulto sintiéndome huérfana hasta el tuétano de los huesos. Y me miro a mí misma en el espejo directo a los ojos y quisiera devolver el tiempo o acelerarlo o matarlo. Me peleo con esta cara y estos ojos y esta nariz de perfil en ruinas y regreso, sin quererlo, a la orilla del precipicio. No sé cuántas veces ya. Algunas mañanas me parece que soy lo suficientemente adulta para asomarme en lo desconocido aunque sea por un segundo. Y cuando eso pasa y me asomo, noto que ya no hay abismo ni miedo ni finales fatídicos. Y me siento tan inocente y virgen y fresca. La creadora de los monstruos de mi mente, esa que me ofrece ternura y en ocasiones odio. La dueña del Todo.

Cómo no podría poner el mundo a mis pies. Cómo podría no obedecer_me. El mundo es como yo quiera. Y a menudo cuando veo el mundo que he construido no lo entiendo. No me motiva. Otras veces vuelvo a mirarlo y es totalmente diferente. Me interesa. Entonces, ¿cuál es el mundo? ¿De qué está hecho? Y resulta que está fabricado con mis entrañas, que la Madre soy yo, que vibra conmigo y existe para mí con sus precipicios, sus cimas, sus bosques, sus caídas, sus tetas, sus tetas caídas y sus «no entiendo». Y cierro un ojo y después cierro el otro para morirme a medias hasta que de verdad cierre los dos ojos juntos y me muera sin siquiera poder quejarme.

Mientras eso pasa seguiré intentando caerme de la rama como una fruta que madura a su propio ritmo. Y cuando quiera decirme a mí misma que estoy perdida y sin familia y sin suspiros y sin trono mearé las esquinas del mundo mientras grito que el mundo es mío y que lo meo cuando yo quiera. Y entonces sacaré el spray ese para quitar los malos olores y rociaré el mundo y esperaré consciente y despierta lo que sea que esté por venir.

Nadir Chacín
Visítame en Facebook y Twitter



Comparte esto:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.