Anteayer fue el IV Círculo Humano en Barcelona (CHxBarcelona) y estuvimos hablando sobre el ocio. Se dio una interesante conversación. Les dejo aquí mis reflexiones personales.

Buscar la felicidad fuera de nosotros es como
esperar el sol en una gruta orientada al norte.
Adagio tibetano

Los tiempos de ocio me permiten salir de las dinámicas mundanas, del trabajo, del sistema económico imperante, de la exigencia de las relaciones sociales, del malestar de la cultura, y colocarme donde elijo estar no tanto por la actividad que esté haciendo sino por el cómo me siento cuando la estoy haciendo y por la forma consciente en que elijo eso que decidí hacer. Yo programo mis actividades de ocio asegurándome de tres variables que siempre incluyo: la autonomía, la libertad y la alegría de disfrutar el presente.

Pienso que el ocio es lo contrario a los compromisos sociales establecidos, a las obligaciones, a los mandatos sociales. Si yo me quedo un domingo lavando ropa o visito a algún pariente, no necesariamente estoy haciendo una actividad de ocio, eso depende de mi actitud y de mi sentir previo. Para que una actividad cualquiera sea una actividad de ocio en mi caso, yo tengo que haberla elegido porque me hace sentir bien, tengo que poder moverme a mis anchas, no depender de nadie para generar el disfrute o para hacerla o depender lo menos posible, y sentirme en la completa libertad de hacer lo que me plazca cuando me plazca durante ese tiempo, incluso si lo que quiero es abortar la misión y dejar de hacer esa actividad. Mi ocio no responde a una obligación ni a un condicionamiento, ni siquiera a la obligación de tener tiempos de ocio. Mi ocio es libertad, es mi tiempo conmigo.

El ocio por si solo no es ni bueno ni malo, dependiendo de cómo lo vivas, puede ser el padre de todos los vicios o un tiempo que te regalas a ti misma/o para experimentar la vida, madurar y “dejar decantar” lo vivido. Solemos sentir ansiedad en los periodos de nuestra vida en los que no estamos haciendo algo productivo porque la sociedad occidental nos programa para ser sujetos enfocados al trabajo, al hacer y no al ser. Entiéndase por “productiva” cualquier actividad generadora de dinero, que nos lleva a alcanzar una meta o una actividad socialmente bien vista (como el voluntariado o el deporte, por ejemplo) o una exigencia que resuelve algo que tenemos o debemos hacer cuando no trabajamos –como lavar ropa, pagar las cuentas o ir de vacaciones para descansar del trabajo.

Ayer bromaba diciendo a los circumanos y las circumanas que si alguien te pregunta “¿qué has hecho hoy?” y tú respondes: “pasé tres horas viendo el cortejo de las palomas en mi azotea”, es posible que las demás personas piensen que eres una ociosa/o, en el mal sentido de la palabra. Confesar una actividad así –para la mayoría– sólo significa que: “no tienes nada mejor que hacer”, “debes estar muy sola/o”, “estás deprimida/o” o “estás perdiendo tu tiempo”. Muchas de las ideas que tenemos sobre el ocio están condicionadas por lo que piensan los demás, especialmente nuestros progenitores. Desde la infancia y especialmente en la adolescencia se nos enseña a llenar el tiempo con algo sin decirnos que la calidad/cualidad de aquello con lo que estás llenando tu tiempo no es importante es esencial. Nuestros progenitores piensan que es mejor que estés ocupado que “ocioso” y te lo dicen cada cinco minutos mientras creces, que la gente “ociosa” termina en drogas o haciendo quién sabe que cosas (obvio siempre malas). Lo lamento si no está bien visto, pero yo disfruto viendo el cortejo de las palomas y lo seguiré haciendo.

Mis actividades de ocio son un regalo que me hago, son tiempos de análisis y de contemplación, son momentos también para estar conmigo misma incluso cuando estoy rodeada de gente. Estar con una misma es experimentar el poder que surge al auto-darse lo que se necesita cuando uno quiere. La autonomía es saber que la felicidad no vendrá de afuera, nadie ni nada me la puede dar, la felicidad viene de adentro de mí, de mi propia filosofía de vida, de la forma en que decido vivir y ver al mundo. Los tiempos de ocio que yo vivo son ejercicios para demostrarme que yo elijo cómo quiero estar en este mundo y que nada de lo que pase fuera de mí (las condiciones de vida) puede alterar mi momento y mi emoción si yo no quiero.

Para que haya hacia donde moverse en esta vida tiene que haber un vacío. Hay que notar el vacío, apreciarlo, generarlo. El vacío tiene una calma especial, una tranquilidad que te deja verte hacia adentro y apreciar el presente. Si llenas tu tiempo libre con actividades que te desconectan de la vida sólo por llenarlas eso no es tiempo de ocio es una obligación y una evasión. Al menos yo así lo pienso. Si temes estar sola/o y es el miedo el que te impulsa a realizar actividades de diversión, de ocio, esas actividades nunca te llenarán, nunca serán suficientes, y en vez de darte energía y poder te la quitarán. La alegría de vivir, la diversión, el ocio, la relajación, el tiempo libre, son puntos de partida no metas. Lo que te permite llenar el ocio sabiamente es saber que la alegría de vivir no necesita nada externo que te ayude a sentirte bien. Desde esa sensación de autonomía y libertad previa, auto-gestionada, autónoma y muy tuya… ve y entrégate intensamente a la experiencia que deseas en estas vacaciones. ¡Que viva el ocio!

Nadir Chacín
Búscame en @nadirchs y https://www.facebook.com/sersiendo

Círculo Humano es un iniciativa de la sociedad civil que busca fomentar el diálogo, la convivencia, la participación ciudadana, la apropiación de los espacios públicos y la reflexión sobre los dilemas individuales y sociales. Eventos gratuitos y públicos en México D.F. y en Barcelona. Visita http://circulohumano.com/ Preguntas frecuentes

 

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1 comentario

  1. Estoy totalmente de acuerdo; con tus tres variables de programar tu ocio.

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