© Livia Lazar, Rumania
© Livia Lazar, Rumania

Mostrar tu genuina vulnerabilidad a otra persona es una experiencia, de verdad, terrorífica. Sentirás como si te exprimieras voluntariamente el corazón. Elige con cuidado las personas a quienes mostrarás tu vulnerabilidad (¡no lo hagas en tu muro del Facebook!)… espera que el vínculo amistoso sea recíproco, que éste haya madurado lo suficiente como para soportar la apertura de coraza y el peso de la honestidad mutua. Compartir tu vulnerabilidad sin criterios claros, así porque sí y a lo loco, produce frialdad, vergüenza, dolor y culpa. Ese tipo de vulnerabilidad sin límites, ni siquiera es vulnerabilidad del todo, es más bien otra coraza y una falta de respeto hacia tu propia persona.

Piénsalo. Una cosa es ser vulnerable y otra muy diferente utilizar la vulnerabilidad como estrategia relacional para llamar la atención o hacer que los otros se apiaden de ti o crean que eres alguien que en el fondo no eres o cualquiera de esos engaños o sustitutos aprendidos que producen ganancias secundarias. Ser vulnerable ante una persona que estimas o quieres vale la pena y es curativo, pero no le abras tu vida y tu alma al «primer extraño que te pasa por enfrente». Eso sólo te hará sentir más sola/o de lo que ya te sientes. Ten paciencia. Las amistades profundas no se construyen en un día. La desesperación no es buena consejera.

Cuéntame: ¿Qué es la vulnerabilidad para ti?, ¿qué opinas sobre las personas vulnerables?, ¿crees que ser vulnerable es ser débil? Déjame un comentario aquí al final del post. Si te gustó este post compártelo con tus amigos.

Namasté,
Nadir Chacín
Visítame en Facebook y Twitter


Te sugiero leer también:
¿Qué son las ganancias secundarias?
Libro: «Frágil. El poder de la vulnerabilidad» de Brené Brown

Comparte esto:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.