Cartel
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Estoy asombrada de la calidad cinematográfica que tienen las óperas primas actualmente. Sí, en otros tiempos se realizaron films geniales, hay muchos: El Ciudadano Kane de Orson Wells (1941), Luces de variedad de Fellini (1951) o Los 400 golpes de Truffaut (1959). Pero tengo la sensación de que a principios de este siglo hay mucho más que contar o quizá haya más dolor acumulado quién sabe, pero lo cierto es que los cineastas de hoy están arrancando sus carreras con impresionantes aciertos. Puede ser una alucinación mía y es posible que tenga que ver con factores muy variados, pero tengo esa sensación. Para muestra varios botones recientes: La vida de los otros de Florian Henckel(2007), Satanás de Baiz (2008), Caramelo de Labaki (2008) o Nevando voy de Maitena Muruzabal y Candela Figueira (2008).
Hoy, en el marco de la 50 Muestra de Cine Internacional de la Ciudad de México, tuve la oportunidad de ver Cordero de Dios de Lucía Cedrón (Argentina/Francia, 2008). El guión ganó el premio Coral al mejor guión inédito en el Festival de Cine de la Habana en el 2005 y en el 2007 recibió el Sundance/NHK International Filmmakers Award.
Esta película narra la solicitada historia de los desaparecidos durante la dictadura de Argentina, lo novedoso de Cedrón radica en la fórmula distinta e interesante que utiliza. Enlaza dos tiempos, el pasado que transcurre en 1978 durante la guerra sucia, y el presente, en 2002, donde entramos a una Argentina azotada por El Corralito. Casi simultáneamente suceden dos secuestros de personajes de la misma familia, uno en el pasado y otro en el presente, un juego digno del túnel del tiempo. Ambos secuestros tienen motivos diferentes, el antiguo vinculado a lo político y el reciente a la crisis económica, pero secuestros al fin.
El personaje central es Guillermina (Leonora Balcarce), una joven que debe negociar con los secuestrados que raptaron a su abuelo (Jorge Marrale). Ante la amenaza de que lo maten contacta a su madre (Mercedes Morán) que está exiliada en Francia y no quiere regresar a Argentina. Se fue del país porque su esposo, padre de Guillermina, murió en circunstancias poco claras a los días siguientes de que ella fuera apresada por razones políticas. Regresa para ayudarle, pero entre hija y madre hay silencio, un misterio que se va develando en cada minuto de la trama. Guillermina descubre la verdad de lo ocurrido en su familia por trozos, ese pasado doloroso y cargado de dudas ligado a la dictadura y a los desaparecidos.
El acierto más importante de film es contar una historia muy dolorosa a través de distintos actos de amor. Tres personas, generaciones de una misma familia, tratando de entender el lugar del otro en sus vidas particulares. Sin duda, el perdón, el amor silente y las decisiones protagonizan este film.
Quiero terminar esta nota con algo bonito. En una entrevista antes del rodaje Cedrón comentó que «con los muertos ya no hay mucho que se pueda hacer, pero con los vivos todo es posible». Pensando que los 30,000 mil desaparecidos de Argentina siguen causando sufrimiento entre los vivos creo que la suya es una reflexión esperanzadora. Me encantó.
PD: Lo impresionante es que existen desaparecidos en Guatemala, Colombia, Venezuela… por decir sólo algunos países. Y no ha sido algo sólo del pasado sino que HOY aún pasa.
Lucía Cedrón, realizadora y guionista
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1974. Se exilia en Francia con sus padres por razones políticas durante 1976. Su padre, Jorge Cedrón, cineasta también, muere en circunstancias aún no esclarecidas en la ciudad de Paris (1980). Estudia Letras, Historia y Estudios Cinematográficos en la Universidad de La Sorbona de París, durante varios años trabaja para documentales franceses como investigadora y productora. En 2002 decide radicar nuevamente en Argentina para realizar En ausencia su primer cortometraje de ficción, el cual gana el Oso de Plata en el festival de Berlín (2003) y el Grand Prix del festival Court 18 de París. El mismo año es convocada por la televisión argentina y por una empresa privada de cosméticos para realizar uno de los cinco cortometrajes Mujeres en rojo, así dirije Rojo. En seguida realiza también Mitzvah, uno de los diez cortos -de diez minutos cada uno- que componen el largometraje 18-J, un homenaje a las víctimas del atentado a la AMIA. Cordero de Dios es su primer largometraje.  
Información sobre los desaparecidos y la dictadura en Argentina

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