indignación

Esta mañana leí esta noticia “Ofender a la gente es muy importante”. Es una entrevista al cineasta Terry Gilliam en la que afirma:

«Hoy nadie quiere debatir. Todo es blanco o negro, estás conmigo o contra mí. Es horrible. A la gente le asusta decir lo que piensa. […] Ofender a la gente es muy importante en la vida. Sobre todo ahora que las pieles son más finas. ¡La gente se ofende tan fácilmente! ¡Endurece tu piel! Los palos y las piedras pueden romperte las pelotas, pero las palabras no pueden hacerte daño. Son esas cosas simples de la niñez en las que creo.» Sus  sabias palabras me instaron a escribir este texto.

ofensas
Imagen de (El Caminante) en Pixabay

Apuntes de un domingo simple hasta los huesos

Es vital que haya cosas que nos ofendan, indignen o contradigan. Cosas que nos produzcan ganas de vomitar o de asesinar a alguien o de pedirle que se mate por el bien de la humanidad y por el nuestro.
Como aquella época en que mi mejor amiga se acostó con mi ex porque le traía ganas desde hace rato. O cuando mi mejor amigo me calentó la oreja hasta que me enamoré de él y luego me rechazó.

Imagínate cómo sería esta existencia efímera si nada te ofende nunca ni a ninguna hora ni en ningún contexto. ¿Una planicie aterradora? ¿Encefalograma plano eterno y sin remedio? ¿Huevo sin sal?

Qué haría yo si no me mandas mensajes privados diciéndome feminazi. Qué haría sin la gente a quien le parezco una gorda presumida, ignorante y sin encanto. Sin la persona que me dice sudaca en mi cara y se queda la mar de bien. O quien me tacha de impostora, de embaucadora, de ladrona.
Yo, sin duda, prefiero la divergencia, la disidencia y la rebeldía. Los caminos con curvas, subidas y bajadas. Prefiero que las cosas o el mundo sean a menudo sépticos. Prefiero desafinar.

Elijo no bañarme a diario.

Me gusta estar y ser una sucia, aunque tenga sus consecuencias. Escojo agarrar manos que tienen la opción de pegarme. Qué mano no la tiene. Decido confiar por unos días o unos años o unos siglos. Confiar hasta que ya no confíe.
Escucho atentamente las ofensas que vienen de adentro y de afuera de mí. Las escucho como se escucha una canción favorita en el Spotify. Con dedicación, placer y envidia.
Existe, por lo que más quieras -o por lo que menos. Existan. Existamos.
Oféndanme de vez en cuando. Aunque no me guste. Aunque se me revuelvan las tripas. Aunque yo te las revuelva. Aunque nos vomitemos el uno al otro. Por favor existe.


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