
Cualquier mínimo estado de irritación y enojo, sí, hasta el más mínimo, tienen su raíz profunda en el odio. (Hasta aquí te escucho diciendo: «Yo nunca he odiado a nadie en toda mi vida». Ajá, sí, ok.) A veces no nos percatamos de esto y sin la percatación de la existencia de esa fuerza oculta no podremos avanzar ni liberarnos del sufrimiento. Yo opino como el buen Carl Gustav Jung: uno no se libera imaginándose angelitos y figuras de luz, sino siendo lo + consciente posible de la oscuridad. Yo le llamo: DARK SIDE.
El tema es que hacerlo es un reto y nos resulta desagradable e incómodo. Sigue corriendo delante de tus «fantasmas» y te perseguirán hasta el confín del mundo. ¿Cómo lo sé? Porque he cambiado de país de residencia dos veces, de profesión unas cuatro veces y de psicólogo, unas veinte… y los p— fantasmas conmigo. [Risas nerviosas.] El único método que sirve, de verdad verdaíta, es darte la vuelta y verle la cara al fantasma con valentía (mientras estás cagado del susto, claro)… y comenzar a conversar y a negociar con tu darkside.
¡Lánzate fuera de la zona de confort: no te pasará nada que sea más grave que el sufrimiento y la insatisfacción que ahora mismo sientes! Vivir una vida desgraciada requiere el mismito esfuerzo que vivir una vida amable, digna y feliz. ¿No valdría la pena poner tus esfuerzos y tu energía en lo que realmente te hará libre? Ahí te dejo esa «papa caliente».