Una mujer tras el derrumbe de un condominio en Nueva Delhi, India. Foto: Manish Swarup, vía proceso.com.mx

Hoy terminé de releer “Cuando todo se derrumba” de la monja budista Pema Chödrön. Es curioso el efecto que tiene la re-lectura de un libro. Me lo leí por primera vez hace unos dos años cuando se lo robé-prestado [risas] a mi amiga Olga Queral. Aquella vez me pareció que estaba escrito en una lengua extinta. Esta segunda vez fue un verdadero deleite. Lo he incluido en el botiquín de primeros auxilios de mi Kindle. Siento que la Nadir que lo leyó la primera vez, por fortuna, ya se ha muerto y renacido en otra. ¡Esto del renacimiento me está gustando!

Quizás lo más relevante del libro sea la singular perspectiva que ofrece sobre el dolor, sobre todo el emocional, y las técnicas para transformar “el veneno en medicina”. Para los occidentales, las ideas orientales sobre el dolor y el sufrimiento (o mejor dicho, la insatisfacción) son a veces difíciles de digerir. Sin embargo, esta autora tiene habilidad para compartir estas enseñanzas de manera accesible e inteligible para nosotros, quienes no hemos nacido ni crecido en una cultura budista.

Chödrön afirma que el dolor no es un castigo, ni el placer, un premio. Yo pasé varios días reflexionando sobre esto en mi claustro voluntario de la última semana. Me di cuenta que los occidentales, en especial los del mundo hispanoamericano, tenemos un enrollo con el dulce-amargo tema de la culpa.

Al sentirnos culpables creemos merecer un castigo, si alguien no nos castiga, entonces nos castigaremos nosotros a nosotros mismos. Así es como acabamos dentro de un círculo vicioso (o carrera frenética de hámster en su rueda) y nos auto-producimos más sufrimiento; como si la vida no trajera suficiente dolor por sí misma. 

Añadimos pesadez, presión, una mochila cargada de piedras cada vez que rechazamos inconscientemente lo que nos produce dolor. A menudo «nos castigamos», sin darnos  cuenta siquiera, trabajando en exceso, no tomando vacaciones o pasando toooodo el día en el gimnasio, hasta que nuestro cuerpo y mente colapsan. Para luego tratar de soltar “la cruz” entregándonos compulsivamente a placeres mundanos como el alcohol, las drogas, comer en exceso, el sexo y el cotilleo por Facebook o WhatsApp.

Según Chödrön, la clave para salir de este círculo vicioso reside en cambiar nuestros hábitos reactivos ante el dolor y, en particular, nuestros hábitos mentales. La forma en la que interpretamos los hechos, lo que nos sucede. Aconseja que cuando las cosas se pongan duras simplemente tratemos de “no salir corriendo”, dice que nos quedemos “en la silla caliente” y nos comprometamos con la experiencia dolorosa, con vivirla y observar cómo nos comportamos ante ella (qué sentimos, qué pensamos, qué hacemos). Dice que el desafío es “rendirnos [ante esa experiencia dolorosa], renunciar a nuestra forma [habitual] de hacer las cosas y no ceder cuando nos sentimos amenazados”. “Tenemos que dejar de pensar que podemos irnos e instalarnos en otro lugar.”

Vimalasara (Valerie Mason-John), otra autora budista, dice que esos placeres mundanos más que falsos refugios son «refugios incompletos». Es decir, que nos “protegen” a medias. ¡Ojo con eso! Son refugios que nos ofrecen un adormecimiento tonto de la capacidad de conciencia a un precio muy alto.  Es como si estuviera cayendo una tormenta tropical, con viento, truenos y gotas de lluvia que caen desde todas las direcciones, y tratáramos de refugiarnos bajo un paraguas enano. La solución no funcionará como necesitamos que funcione, ¿cierto?

Chödrön propone tres métodos para trabajar con el caos:

  • “No más lucha”
    Cuando nos sentamos a meditar, miramos directamente cualquier cosa que surja en nuestra experiencia, la denominamos “pensamiento” y volvemos a la sencillez de sentir el flujo de nuestra respiración, repetimos lo mismo una y otra vez hasta finalizar la práctica. Estas son las instrucciones básicas de la meditación que se conoce como Samatha-vipashyana. “Mirar lo que surja con una actitud libre de juicio.” Me hizo sonreír que la autora sugiere dejar de “tirarle piedras” a lo que surja. “Podemos dejar de luchar contra lo que ocurre y ver su verdadero rostro sin llamarle enemigo.”  Te recomiendo también escuchar mi podcast «10 razones para dejar de luchar».
  • “Usar el veneno como medicina”
    Sugiere que podemos usar las situaciones difíciles -el veneno- como combustible para despertar. La introducción de esta idea se realiza a través de una práctica budista llamada “Tonglen”. “En lugar de huir o evitar el veneno, lo inspiramos y conectamos plenamente con él.” Cuando algo te resulte doloroso inspira con la intención de que todos los seres humanos nos podamos liberar del sufrimiento, y al espirar, envía una sensación de frescura y liberación, para que todos podamos relajarnos y encontrar la paz. Este método nos entrena para avanzar hacia las dificultades en lugar de retirarnos. Las dificultades nos ayudan a darnos cuenta de “dónde estamos dormidos [en qué área de nuestra vida, por ej.] y cómo podemos despertar completamente, sin reservas”.
  • “Contemplar cualquier cosa que surja como sabiduría iluminada”
    Entrenarnos poco a poco para mirar nuestro mundo como un lugar sagrado y a nosotros mismos como personas ya despiertas. Todo lo que [“nos”] sucede no es parte del camino, ES el camino. “Solemos creer que el dolor es un error y que éste no existiría en nuestras vidas si lo hiciéramos todo correctamente.” Este replanteamiento de creencias nos ayuda a aprender a no dividirnos en nuestro “lado bueno” y nuestro “lado malo” a nosotros mismos, a los demás y al mundo en sí, tiene el objetivo de disolver las sensaciones dualistas: puro-impuro, nosotros-ellos, bueno-malo, esto-aquello, aquí-allá, me gusta-no me gusta.

Espero que les haya gustado esta pincelada del libro de La Grandiosa Pema. Me voy de retiro de meditación y silencio a Ecodharma hasta el 4 de septiembre, con la sangha (comunidad) de la Orden Budista Triratna de Barcelona. Que estén bien, que sean felices y que se liberen del sufrimiento. Si leen el libro regresen aquí a dejar sus comentarios, por favor. Si les gustó esta mini reseña, compártanla en sus redes sociales con sus amigos. Gracias. Namasté y ¡hasta pronto!

Nadir Chacín
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“El caos es parte de nuestro campo de juego. En lugar de buscar algo más elevado o más puro, trabaja con él tal como es.” Pema Chödrön

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2 comentarios

  1. […] el budismo decimos que son refugios hábiles. A los otros refugios, como las drogas o el alcohol, les decimos refugios torpes, porque dan placer […]

  2. […] Hay muchos refugios temporales, pero esas formas de anestesia nunca serán refugios permanentes. No curan. […]

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