el trabajo

Comento la entrevista a John Griffith, pacificador de conflictos en empresas publicada hoy en La Contra de La Vanguardia. Él dice: «Quien sólo trabaja por dinero siempre se siente mal pagado, porque el trabajo es, queramos o no, el centro de nuestra vida. Y no hay sueldo que compense esa dedicación».

Si el trabajo es «el centro de tu vida» tal como afirma Griffith quien tiene un enredo mental eres tú.

Los trabajos remunerados siempre se hacen por dinero porque vivimos en un sistema económico que condiciona esa finalidad del acto de trabajar. La relación que se tiene entre empleados y empresas es una relación comercial.

Tal como defiende Humberto Maturana de la Escuela Matríztica:

Las relaciones laborales nunca son relaciones sociales. Es una relación contractual, mercantil, laboral.

Los sistemas empresariales están creados para sacar el mayor rendimiento de las personas al menor precio. Esas son las leyes del mercado.

Yo por eso insisto siempre en que si tienes un empleo remunerado tengas tus proyectos personales, sean estos lucrativos o no. (Mejor si lo son, claro.) Y que esos proyectos sean una de las fuentes principales de ese sentimiento de «sentirte a gusto» con lo que haces.

La búsqueda de sentido

Para que una/o pueda darle sentido a un trabajo (no el centro de tu vida, pero sí algo importante de tu vida) y verlo como algo que va «más allá» de hacer dinero tiene que involucrarse con el propósito que está detrás de lo que la empresa hace.

En otras palabras, te tiene que importar la solución de vida (no solo absoluta, sino relativa, no solo material, sino emocional) que esos servicios y productos proponen a los posibles consumidores de los mismos.

Entonces si la empresa que te contrata vende algo que directamente «te la suda» no veo cómo es posible que eso tenga sentido para ti. Si la empresa vende algo que te apasiona quizás puedas sentirte medianamente comprometida/o pero sentirlo como «el centro de tu vida» pues eso ya es una falacia que tiene la finalidad de explotarte.

Las dinámicas de las empresas, incluso las que se llaman «responsables socialmente», están condicionadas por la economía global y local, no es algo desvinculado.

El sistema económico actual está basado en la explotación de unas personas para que otras se beneficien económicamente de ella.

Piensa en ti: la explotación laboral te está robando cosas importantes

Si pones «todo lo que eres» en una empresa que le pertenece a otras personas estás excediéndote y eso solo puede acabar mal (para ti, claro). (No hay que poner «todo» lo que se ES en nada. Eso no te hace ningún favor.)

No somos los trabajos que hacemos, ni nuestras profesiones, ni nuestros oficios. En verdad no.

Como yo lo veo trabajamos atendiendo a una dinámica hegemónica que prioriza la obtención de capital por encima de las necesidades de las personas.

Eso afecta a todos los trabajos y a todos los oficios. Por eso si quieres tener sensación de «estoy a gusto con lo que hago» más vale que comiences a revisar bien cuáles son las fuentes en las que estás buscando esa sensación o sentimiento de valía, reconocimiento y satisfacción personal.

El trabajo remunerado (incluso cuando eres autónoma/o, freelancer) no puede ser la fuente que monopoliza la posible obtención de tu valía personal, porque sufrirás por ello y un montón.

Es más sencillo, inteligente y útil tener claro que las relaciones de trabajo no son relaciones sociales. Son relaciones contractuales, mercantiles, las empresas están comprando tus habilidades para ponerlas al servicio de sus fines y no de los tuyos.

Sin ese entendimiento confundirás las cosas y te sentirás muy frustrada/o.
Si te gusta hacer bien tu trabajo, qué bueno, si te gusta el reto que supone tu profesión y tu cargo en una empresa, qué bueno, bueno para ti, bueno para tus empleadores.

Es muy sano disfrutar del trabajo remunerado. Otra cosa es la explotación laboral.

Pero si el trabajo (ese trabajo remunerado) es el «centro de tu vida», malo para ti y bueno para tus empleadores y para el sistema hegemónico laboral que está basado en la explotación. La tuya y la de millones de personas en el mundo.

Ejercer una profesión o un oficio dentro de una empresa puede ser muy motivante. Si lo haces con ética te dará momentos de alegría. Más allá de lo que opinen tus empleadores o del trato que recibas por parte de la empresa.

Esa alegría es una que te produces tú a ti misma/o por realizar bien en forma y fondo una labor concreta dentro de esa empresa.

La autoestima y la explotación laboral

El tema es que una cosa es lo que somos como seres humanos y nuestras relaciones sociales, y otro tema es la mercantilización de las personas, el tratarlas como objetos, y las relaciones laborales.

La valoración que haces de ti misma/o (por ponerlo fácil: la construcción de TU autoestima) no puedes ponerla en las manos de tus empleadores o de las empresas, porque ellos están velando por su economía y no por tu dignidad. Eso es directamente un pasaporte para la frustración, la depresión y la ansiedad.

Por todas estas razones es vital que comiences a «moverte» y busques una fuente de subsistencia ética, es decir, un trabajo remunerado que te parezca ético.

La explotación laboral «desangra» a las personas. Lentamente, poquito a poquito.

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1 comentario

  1. […] control de masas, que nos destruyen haciendo lo más abusivo que se puede hacer en esta existencia: convencer a la gente de que la única solución que tienen es autodestruirse para poder ¿seguir viviendo? en este mundo. ¿Eso es […]

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