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Mi mamá (la bruja mayor) suele citar este enunciado de otra persona, no recuerdo quién es: «Para tener un amigo a veces hay que cerrar un ojo y para conservarlo a veces hay que cerrar los dos». Ayer estaba en mi cama pensando qué significa esto de «cerrar los ojos” en ese contexto de las amistades.

Si lo interpretamos de una forma literal parece que este enunciado nos pide que pasemos por alto los errores de nuestros amigos, que tengamos una fe ciega en ellos. Pero buscando con más sabiduría, desgranando la frase, quizás tenga que ver más con indagar en nuestras creencias sobre la amistad y en el ejercicio per se del ser amigos.

La mayoría de nosotros pensamos que vemos la realidad tal cual es, pero la realidad que vemos existe primero en nuestras mentes, está condicionada por nuestros pensamientos y creencias. Estas creencias modelan dentro de nosotros lo que nuestros sentidos perciben, tanto que por eso se dice popularmente que «el amor es ciego». Estudiando a profundidad los descubrimientos recientes en Neurociencias no puedo sino asombrarme de que los seres humanos vemos con el cerebro y no con los ojos. Los ojos son un medio, un sentido para la percepción, pero es en nuestra mente «donde sucede la mirada”: nuestra aprehensión del mundo.

Si yo pienso que mi amigo, por ejemplo, me ha lastimado con sus actos o palabras, entonces desde esa creencia personal miraré nuestra relación, sacaré conclusiones y actuaré conforme no a lo que ven mis ojos (la realidad objetiva, los hechos) sino a lo que estoy pensando. Digamos que es como si sucedieran dos realidades simultáneamente, la que yo creo que veo y la realidad que es.

Este funcionamiento de la mente ha resultado muy útil para adaptarnos biológicamente, pero en términos de las relaciones interpersonales puede volverse muy retorcido si no nos esforzamos en desarrolar una capacidad de auto-crítica y de atención plena (mindfulness). Esta mirada que a menudo está tergiversada genera cantidad de malos entendidos y sufrimiento entre los amigos.

La parte más jodida de este proceso mental quizás sea la construcción de nuestro personaje interior (ego) desde dichas creencias (miradas del mundo), el resultado es el estancamiento de mi persona dentro del papel de víctima. Y cuando abandono mi condición de ser responsable sobre mis actos y me coloco en la postura de la víctima de alguien más («soy yo la que ha sufrido un agravio») ya me he quedado «ciega/o».

A mí me resulta muy interesante este mecanismo psicológico, no porque sea masoquista (¿por qué no te ríes?), sino porque me impresiona la capacidad enorme y poderosa de la mente humana. ¡Es una maravilla! Saber que la realidad, mediada por mi mente y por mi capacidad para “lenguajear» (hablar, simbolizar, representar), puede devenir o convertirse en otra «cosa», también me da la libertad de dirigir las interpretaciones que hago hacia un puerto más positivo. Si lo hago mi realidad subjetiva cambia porque somos organismos subjetivos. Y si los físicos cuánticos llevan razón, mi realidad objetiva también cambiaría.

«Para tener un amigo a veces hay que cerrar un ojo y para conservarlo a veces hay que cerrar los dos.» El «cerrar los dos ojos» que recomienda esta cita puede tratarse de mirar para dentro de una/o misma/o y no tanto hacia afuera en lo que respecta a las relaciones de amistad con otros seres humanos.

Aboga por devolvernos la capacidad de incluirnos realmente en la situación vivida (los hechos) y dejar de interpretar lo sucedido como «mi amigo me ha ofendido», por ejemplo, y pasar a un escenario diferente: ¿cuál es mi responsabilidad en lo que nos ha pasado?, ¿cuál es la suya? y ¿cómo podemos ayudarnos mutuamente en esta situación?

Paciencia, quizás se necesita más paciencia, y curiosidad ilimitada para mantener las relaciones amistosas. Cuando me coloco en esta nueva postura interna, cuando el referente soy yo, mis actos y mis búsquedas personales más elevadas, el punto de vista que tengo acerca de nuestro problema cambia. Ese cambio de punto de vista no solo es más responsable y más sano, sino que a la vez me da espacio a mí misma/o para modificar mi manera de vivir y relacionarme con los demás. También me permite construir límites: ¿cómo quiero ser tratada por los demás? y ¿cómo quiero tratar a los demás?

De esta forma mis amigos dejarán de ser objetos para mí y yo para ellos, mis amigos dejarán de ser los responsables de darme algo que sólo yo puedo darme, mis amigos dejarán de ser las personas que tienen el deber de llenar el vacío que siento, la soledad que siento, el abandono que siento, y pasarán a ser otros seres humanos con sus respectivas necesidades de afecto y reconocimiento. Mis amigos ya no serán “algo” que tengo, una posesión.

Ser amigos es muy diferente a tener amigos, ¿qué no? La amistad genuina es una habitación que siempre tiene las puertas abiertas, se puede entrar o salir a voluntad, no puede ser una cárcel. Los amigos han de sentirse libres para ser humanos, para ser lo que son, personas con patrones mentales negativos, pero también personas con un potencial ilimitado para trascender, para cultivar y desarrollar una base emocional más amable, estable y positiva. Un potencial maravilloso para la compasión y para la «com-pasión”.

Ser amigos es el resultado vivo y diario de la práctica constante de la amistad y del ejercicio de nuestra voluntad de ser amigos. Implica IMPLICARSE con el otro o la otra de forma activa, creativa y con entusiasmo. Tiene que ver con respetar el compromiso que hemos adquirido en nuestro vínculo amistoso, con las ganas de ayudarnos mutuamente a recorrer este difícil camino que es el auto-conocimiento y el desarrollo de nuestras mejores cualidades como seres humanos.

Ser amigos es doloroso sí, porque a través del vínculo amistoso también descubrimos nuestras peores pesadillas internas. Mas esas pesadillas… ¿de quién son? Mis amigos no pueden tener la responsabilidad sobre mis pesadillas porque están muy ocupados luchando con las suyas. Es una penita que sea así, de buen agrado le endilgaría a alguien mis pesadillas un rato… pero eso no va a mejorar mucho mi vida… Si delego el poder de cambiar mi vida y mi autonomía emocional, pierdo yo.

Me doy cuenta con esta indagación que la amistad puede ser una suerte de gurú, una maestra iluminada en sí misma, si esta se ejerce desde la compasión y el amor incondicional, si se cultiva con responsabilidad y ética. Este tipo de vínculo humano, digámosle amistad espiritual como le decimos los budistas, no se encuentra en todas partes ni se construye con todo el mundo, ambas personas han de querer ser amigos y no sólo tenerse mutuamente como quien posee el último gadget tecnológico de moda. Vaya reto/oportunidad. ¡Ála, a seramigarse!

Namasté,
Nadir Chacín
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«La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.» R. Tagore





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2 comentarios

  1. Todos somos humanos y todos cometemos errores. Más sin embargó no logro encontrar paz con una amiga o ex amiga.
    Siempre la eh defendido ante todos sobre su manera de ser. Reconozco que ella no siempre, bueno casi siempre no está en lo correcto pero se que ella actúa así por insegura o por sensible y siento que nadien la entiende como yo. Mas nunca imaginé que fuera igual conmigo. Destruyéndome con mi familia, con mi pareja, con todo el mundo….
    Me duele saber que no podre confiar en ella….. me da tristeza por ella también. .. como puede vivir así?? Porque no puede entender que la amistad no se esclaviza que también tiene su propio espacio y que no es justo decir mentiras sin pensar en las consecuencias. .. en fin, no quiero ni verla. Y se que algún día lo haré ya que tenemos amistades en común… mi pregunta es la siguiente, cual es primer paso?

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