Gratitud

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Gratitud: la virtud que salva

Escribí este artículo sobre la vida y la gratitud para el reto navideño de «21 días de gratitud» organizado por Respira Vida Breathworks, aquí puedes ir a la publicación original

Imagina a una persona hablándole a una pila de huesos humanos, que yacen sobre una mesa metálica y fría. Lo sé, es una petición extraña para la víspera de la Navidad. Esta persona, que bien podrías ser tú, ahora está haciéndole un interrogatorio a los huesos de un muerto: ¿Quién eres? ¿Por qué y cómo moriste? ¿Cómo y en dónde vivías? ¿Qué comías? ¿En qué trabajabas? No, no es un capítulo de CSI ni de Bones, es una escena recurrente de mí pasado.

Durante 15 años me dediqué a escudriñar en las vidas de seres humanos que habían perdido la vida o que alguien se las había quitado. Cada noche, al dejar atrás el laboratorio de Antropología Forense, llegaba a casa preguntándome siempre lo mismo: ¿Cuándo un ser humano deja de ser un ser humano? ¿Es realmente la muerte un final? A mí, por (de)formación profesional supongo, me cuesta escribir sobre la vida, sin hacerlo sobre la muerte.

El ejercicio de mi profesión me hizo entender que para estar en paz con la vida hay que estarlo con la muerte. Nuestra muerte, sí, y la muerte de las personas que amamos. Pero, ¿Cómo estar en paz con la muerte? Saber algo no necesariamente implica saber el cómo hacerlo, en eso tienes razón. Pasé muchos años con ese mentado dilema revoloteándome en la cabeza.

Cuando migré a España, hace cuatro años, traté de olvidar todo. De enterrarlo. A dos metros bajo tierra. No tuve éxito. Pensé que habían quedado atrás mis entrañables (o “entrañadas”) cavilaciones sobre la Vida y la Muerte. Craso error. La Muerte siempre regresa y nunca se va de fiesta sola. En dos años se llevó a tres personas cercanas a mí.

Con la partida de Javier, Frederik y Nathalie he aprendido más que en el Laboratorio de Antropología Forense. Aprendí a divertirme y sentir gratitud por mi simple condición de ser viviente. He tomado consciencia, más que nunca antes, de que mi cuerpo es efímero y de que en cualquier instante yo también puedo morirme. ¿Cómo fue que pasé tanto tiempo creyendo que era inmortal? Yo tampoco me lo explico.

Soy un ser humano que morirá, así es. Tú también. Pero si ahora estás leyendo esto tenemos otra cosa en común: ¡Estamos vivos ahora! ¿De verdad necesitamos algo más para sentirnos agradecidos? Yo no. Comprender es descubrir el sentido profundo de algo y con la comprensión llega la claridad. La claridad de que la vida es valiosa por sí misma y ya está. Estar vivos siempre ha sido suficiente. ¿Por qué no te ríes?

Nadir Chacín
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Fundadora de mindfulnessparamujeres.com, Antropóloga, Escritora y Conferencista motivacional, Profesora de Mindfulness Respira Vida Breathworks (certificación), Maestra (Shihan) en Gendai Reiki Ho, Estudiante del Diploma de Especialización de Postgrado en Género, Diversidad Familiar y Tecnologías de la Universidad de Barcelona, Practicante budista dentro del Movimiento Triratna, Bloguera en temas de crecimiento personal desde 2007, Organizadora del Barcelona Mindfulness para Mujeres Meetup y de La red de lavanderas en Sant Cugat, Autora del libro “Senderos de paz. Deja de sobrevivir y dirige tus pasos hacia el amor y la felicidad” sobre Budismo Zen y Física Cuántica publicado por Santillana México.

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1 comentario

  1. […] Escribir sobre la muerte en los últimos días de un año también es algo que se repite en mi vida. […]

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