Cosificación

La cosificación siempre me ha parecido la raíz de todos los males individuales y colectivos. Hoy, durante una conversación con mi madre, sentí que éramos seres humanos. Esa percatación me llevó a escribir estas reflexiones.

Cosificación

A Haydée Solano de Chacín

Conversar con otra persona desde la prenoción de que no sé nada de su experiencia pasada ni presente tiene un efecto sanador. Poco importa si la conozco desde hace una hora, 7 días, 7 años o un cuarto de siglo.

A veces prefiero empezar de cero en cada conversación.

Porque ¿acaso soy capaz de conocer/te/me?

¿Somos cognoscibles?

Si al hablar con alguien creo que soy capaz de saber algo sobre esa persona que esa persona no sabe sobre sí misma entonces estoy anulando su realidad y por lo tanto anulo a la persona.

Esa acción de anular se llama violencia.

¿Por qué la anulación es violencia?

Porque la violencia es un robo o secuestro psicológico o una des_autorización (el retiro de la auto_ridad).

Robarle lo humano a algo humano es el núcleo de toda violencia. Más que robar lo humano lo que hacemos es robar las condiciones para que un humano se reconozca a sí mismo como tal.

Así, el sufrimiento de una persona se puede cosificar (volver cosa algo que no es cosa).

Si soy cosa entonces cuándo ser humano.

Javier Echegoyen Olleta escribió en su «Historia de la Filosofía» lo siguiente:

La existencia del otro no es un dato cuestionable: considera que hay una experiencia en la que el otro se nos hace presente de un modo indudable, y se nos hace presente no como un objeto sino como un sujeto, como una subjetividad, con su libertad, sus valoraciones, sus proyectos. La más importante experiencia del otro es lo que Sartre llama «la mirada»: cuando el otro nos mira captamos en él no a un objeto, no a un objeto del que nada podamos temer o que pueda ser utilizado por nosotros sin consecuencias, captamos que tras su mirada se encuentra una subjetividad.

Cuando decimos que alguien está como está porque no ha sido capaz de estar de otra forma (que SIEMPRE es nuestra forma) y desconocemos las condiciones y los contextos en los que esa persona ha sido/ha estado o es/está: estamos cosificando su sufrimiento.
Estamos abandonando a esa persona a la cruel intemperie del mercado (que SIEMPRE es el mercado de los afectos).

Cosificación de cosas que no son cosas. Se siente feo.

¿Será el inicio de la extinción?


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